Estoy consciente que una discapacidad puede presentar barreras, pero ¿qué pasaría si además se vuelve el obstáculo que te impide el privilegio de contar con una familia? Esa es la realidad de ocho chicos de Hogar Para Sus Niños en Latacunga, una organización que los ha acogido de manera permanente luego de haber sido abandonados por sus padres biológicos y no haber conseguido una familia adoptiva.
La naturaleza es nuestra casa común, donde nos damos cuenta que todos somos parte de algo mucho más grande. Por eso Escape Natura y sus aliados los llevamos de paseo al Área Nacional de Recreación El Boliche para una experiencia inolvidable.

Al llegar, nos topamos con las peores condiciones de clima que podíamos tener: baja temperatura, lluvia incesante y senderos llenos de lodo. Creí que el paseo sería un fracaso, pero subestimé el poder de la solidaridad. Al parecer, las condiciones adversas topan unas fibras dentro de las personas que las conectan entre ellas, y pude ser testigo de cómo se superan todo tipo de barreras cuando muchas manos se juntan.
Conmovidos por el gran grupo y nuestros sueños aparentemente truncados, los representantes del área nos abrieron las puertas de una cafetería que ya no está concesionada donde hicimos base. Luego, tuvimos una oportuna charla de motivación de Sebastián Carrasco sobre cómo él ha logrado superar las barreras luego de que un accidente lo dejó en silla de ruedas.
«No hay un reto demasiado difícil cuando cuentas con las personas adecuadas»
Sebastián Carrasco, 38 años

Así que decidimos olvidarnos de la lluvia y salir a explorar. Salimos a vivir el aire libre donde los chicos, al saltar en los charcos, ver las llamas y conejos alrededor, tocar las plantas, se llenaron de sonrisas y emociones.
Cuando hablo de lodo, hablo del de verdad, de los caminos en los que tus pies se hunden en el suelo. Nuestros numerosos voluntarios tomaron las riendas del asunto y, entre cuatro, levantaron la silla de ruedas de quienes no caminan y dieron el apoyo a quienes lo hacen con dificultad, para que puedan seguir desafiando sus aptitudes.
Al llegar, muchos estaban mojados y con frío. De un grupo de 36 personas, empezaron a salir de las maletas las cosas extras que podían servir a los otros: guantes, impermeables, sacos o medias. Entre juegos y conversaciones junto a la chimenea, ver el cariño y los vínculos que se habían formado por esta corta pero intensa experiencia realmente fue conmovedor.
Pasamos un día entero compartiendo con estos niños, llevándolos a conocer lugares que, sin ayuda, son inaccesibles para ellos y abriendo nuestro corazón, donde una sonrisa fue la mayor satisfacción que pudimos llevarnos al terminar este hermoso viaje, dejándonos un mensaje increíble para poder ser cada día mejores personas y mejores seres humanos.
Alexander, 28 años
Esto es posible por instituciones y personas que creen en la solidaridad. Gracias al Área Nacional de Recreación El Boliche por recibirnos; también al Hotel Selina y Ecodivercity por apoyarnos con voluntarios entregados y con toda la logística.
Con cada salida me convenzo más de lo positivo de estas experiencias para todos los que participamos en ellas. Si quieres colaborar, inscríbete en este formulario.